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Devocional Diario

La Epístola de Pablo La serie de Romanos: Aprendiendo a estar arraigados y establecidos en la Cruz de Cristo


La Responsabilidad Ante Dios: El Peso de Nuestras Acciones


Romanos 2:3-5

3) Y piensas esto, oh hombre, que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que escaparás del juicio de Dios?


4) ¿O menosprecias las riquezas de su bondad, paciencia y longanimidad, ignorando que su bondad te lleva al arrepentimiento?


5) Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios;


Romanos 2:3"¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que escaparás del juicio de Dios?"


Las palabras de Pablo aquí son directas y están dirigidas a aquellos que juzgan a otros mientras practican los mismos pecados. La palabra griega logizomai ("contar, calcular, o razonar") señala un proceso deliberado de razonamiento, recordándonos que nadie escapa del juicio de Dios simplemente señalando los defectos de los demás. Wuest, en su comentario, subraya que esta pregunta retórica enfatiza que los judíos, quienes tenían el privilegio de la Ley, debían ser los menos propensos a pensar que estaban exentos de la justicia de Dios. Esto es un recordatorio constante para nosotros hoy: el privilegio, el conocimiento o el trasfondo religioso no exime a nadie de la responsabilidad ante Dios.


Muchos judíos de la época de Pablo, como se menciona en Mateo 3:8-9, creían que su herencia sola aseguraba su lugar en el Reino de Dios. Pero esto es una suposición peligrosa, y debería resonar en nosotros ahora. Es un recordatorio de que nuestros "privilegios" espirituales, ya sea la afiliación a una iglesia o el conocimiento de las Escrituras, no sustituyen una relación personal y arrepentida con Dios. Debemos preguntarnos: ¿estamos confiando en factores externos para escapar del juicio, o estamos viviendo en un verdadero arrepentimiento?


Romanos 2:4"¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?"


El desafío de Pablo se intensifica. La palabra kataphroneō ("mirar con desprecio") revela que muchos despreciaban la paciencia y la misericordia de Dios, viéndolas como signos de debilidad en lugar de bondad. Wuest añade que ignorar la bondad de Dios equivale a despreciar Su gracia. Pablo recuerda a su audiencia que la gracia de Dios—su bondad, paciencia y longanimidad—está diseñada para llevarlos al arrepentimiento. Sin embargo, muchos malinterpretan o incluso desprecian estos dones.


El mismo peligro existe hoy en día. Las bendiciones de Dios—su paciencia con nuestras fallas y su continua provisión en nuestras vidas—se malinterpretan a menudo como aprobación de nuestro comportamiento. Pero como señala Wuest, la bondad de Dios no pretende respaldar nuestro pecado; está destinada a llevarnos a un lugar de verdadero arrepentimiento. Debemos recordar constantemente que la gracia de Dios no es una licencia para pecar, sino un llamado a la transformación. ¿Estamos respondiendo a Su bondad con arrepentimiento, o estamos confundiéndola con permiso para continuar en el pecado?


Romanos 2:5"Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios."


Pablo emite una advertencia contundente: aquellos que endurecen sus corazones contra el llamado de Dios al arrepentimiento están acumulando ira para sí mismos. El término griego thēsaurizō ("atesorar o acumular") muestra que las acciones impenitentes acumulan juicio. Wuest señala que esta resistencia obstinada llevará finalmente a la revelación del justo juicio de Dios. Esto no es solo un evento futuro para los judíos, ya que el juicio cayó en el año 70 d.C., como señala Jimmy Swaggart en su Expositor's Study Bible, sino que también es un recordatorio solemne para nosotros hoy.


El endurecimiento del corazón no es solo un rechazo a la gracia de Dios, sino que es una acumulación activa de juicio. Cada momento de resistencia construye consecuencias que finalmente saldrán a la luz. Hoy en día, esta verdad sigue siendo tan relevante como siempre. ¿Estamos albergando terquedad, negándonos a arrepentirnos? Cada momento de resistencia almacena consecuencias que, en el tiempo de Dios, se revelarán. Nuestras elecciones diarias nos alinean con la misericordia de Dios o contribuyen a la ira que estamos acumulando contra nosotros mismos.


Al reflexionar sobre estos versículos de Romanos 2:3-6, el mensaje es claro: el peso de nuestras acciones tiene un significado eterno. Somos responsables ante Dios, y ningún privilegio externo o identidad religiosa puede protegernos de su justo juicio. La bondad y paciencia de Dios se extienden no para excusar el pecado, sino para llevarnos al arrepentimiento. El desafío para nosotros hoy es asegurarnos de no confundir la gracia de Dios con indiferencia hacia nuestras acciones. En cambio, que su bondad nos mueva al verdadero arrepentimiento, reconociendo que las decisiones que tomamos cada día importan tanto ahora como en la eternidad.


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